Dos caras de un mismo pueblo: notas para un acercamiento psicosocial a María de Jesús Patricio y Andrés Manuel López Obrador

 

Publicado en Rebelión del 27 de octubre de 2017

David Pavón-Cuéllar

Legado

El pueblo de México ha llegado a una encrucijada. Su camino se ha bifurcado entre un hombre y una mujer. Él es el Peje, Andrés Manuel López Obrador, a la cabeza del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Ella es Marichuy, María de Jesús Patricio, vocera de una entidad que emana del Congreso Nacional Indígena (CNI) y que es apoyada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

El Peje y Marichuy representan dos tradiciones paralelas y dos opciones opuestas de la izquierda mexicana. Él aparece como heredero de un cardenismo al que le debemos en gran parte, como pueblo que somos, lo que ahora intentan arrebatarnos, lo mejor de nuestras instituciones públicas, las mayores conquistas sociales concretas del proceso revolucionario, la poca justicia y la poca igualdad que hay en México. Ella se presenta como depositaria de la herencia histórica de un zapatismo del que recibimos, también como pueblo, nuestros más altos ideales de justicia e igualdad, nuestro más íntimo ímpetu rebelde, nuestra lucha por tierra y libertad, nuestra indomable dignidad y nuestra inagotable capacidad de resistencia.

Ella nos anima con todo aquello que anhelamos y que nunca hemos conseguido. Él nos consuela con las pocas aspiraciones que realizamos en el pasado. Nos decimos que él nos hará volver a ganar algo, quizás muy poco, aunque sea para mantener viva nuestra esperanza. Contamos con ella para desear algo más, algo prácticamente inalcanzable, aunque sea para que no muera ese misterioso deseo latente del que siempre depende nuestra esperanza manifiesta.[1]

Amistad

Tanto María de Jesús como Andrés Manuel parecen merecer nuestra confianza. Los dos nos han dado suficientes pruebas de buena fe, de honestidad y de legitimidad. Son quienes son, y no, como se pretende, artimañas de quienes corrompen, saquean y destruyen todo lo que nos rodea.

Ella no es el producto de una conspiración orquestada para dividir los votos de la izquierda. Él no es una cabeza más de la hidra capitalista contra la que arremeten los zapatistas. Ni él ni ella son los verdaderos enemigos de quienes han decidido seguirlos.

Ni él ni ella parecen estar manipulando al pueblo que los apoya con tanto ardor y entusiasmo. ¿Por qué habrían de manipularlo? ¿Y cómo habrían de hacerlo? Este pueblo tiene memoria, criterio e inteligencia.[2] Piensa con toda la capacidad intelectual de nuestros millones de pensamientos que se han ido entretejiendo poco a poco, generación tras generación, hasta componer el abrigo que nos protege y nos cobija en las circunstancias más adversas.

El pueblo no se dejaría engañar como aquellos torpes votantes aislados que lo traicionan al desprenderse de él y al caer en las redes comerciales y mediáticas de compra y promoción del voto. El pueblo no es como ellos, pues tiene conciencia de clase: conocimiento colectivo, práctico, material e histórico.[3] Es por esto que no se ha dejado atrapar, devorar, subsumir totalmente ni como productor en el capital[4] ni como consumidor en su ideología[5]. Sabe mantenerse también afuera y es precisamente por eso que es pueblo. Es pueblo porque no es tan incauto como se lo representan quienes lo desprecian.

Mismidad

El pueblo es tan prudente y tan juicioso que tan sólo acepta seguirse a sí mismo. Digamos que no se aliena sino en sí mismo: al desalienarse a sí mismo de todo lo demás. Es lo que hace al elegir su propio reflejo en Andrés Manuel y en María de Jesús. Él y ella no pueden ser más que pueblo: dos caras de nuestro mismo pueblo proyectado en aquello que debe obedecerlo, manifestarlo, identificarse con él, ser él.[6]

Ella, indígena, es la fisonomía femenina, reveladoramente femenina, de quinientos años de lucha subterránea por la vida y resistencia invisible contra la colonización, la dominación, la discriminación, la marginación y la devastación. Él, mestizo, es el doble rostro masculino, significativamente masculino, de la victoria en la derrota, de la obstinación en la claudicación, de la independencia en la dependencia, de la revolución en la institucionalización, de la incesante guerra contra el poder en el seno mismo del poder.

Él, inevitablemente contradictorio, tiene que hacer concesiones para llevarnos hacia donde queremos ir. Ella, necesariamente consecuente, debe mantenerse firme y no hacer concesiones para que no terminemos una vez más en donde no queremos estar. Es verdad que ella, en sintonía con el zapatismo, se nos presenta como una utopista que no deja de apostarle histéricamente a lo imposible.[7] También es cierto que él ha sabido ser un realista que se atiene obsesivamente a lo posible.[8] ¿Pero acaso él no ha demostrado ya cuán utópico es el realismo en una sociedad como la nuestra?[9] ¿Y acaso los zapatistas, en la heterotopía de sus comunidades, no han demostrado que hay un lugar en el que lo imposible puede realizarse?[10]

Tal vez dudemos, con mucha razón, de que el proyecto purista y anticapitalista de ella sea realizable a nivel nacional. Sin embargo, con igual razón, también podemos desconfiar de un proyecto, como el de él, que sólo parece realizable con la adhesión de nuestros peores enemigos y en el contexto del sistema capitalista que todo lo degrada y lo destruye. ¿Pero acaso, volviendo al viejo debate, no resulta imposible deshacerse del capitalismo en un solo país?[11]

Mientras seamos un solo país, quizás mejor convenga que nos limitemos a contener el capitalismo globalizado y atenuar localmente sus peores efectos. Es al menos lo que Andrés Manuel parece proponer. ¿Vejez claudicante o madurez ante una suerte de infantilismo izquierdista? ¿Realismo u oportunismo? ¿Derrotismo y resignación o sensatez y buen sentido? ¿Buen o mal aprendizaje de lo que nos enseñan las últimas experiencias populistas latinoamericanas?

Valentía

El caso es que el Peje restringe su movimiento al ámbito nacional. Ofrece ni más ni menos que un país en el que todos tengamos nuestro lugar. Marichuy, en cambio, prefiere un mundo en el cual, siguiendo la máxima zapatista, quepan muchos mundos.

Quizás ella y sus adeptos muestren una respetuosa humildad al no pretender que nadie se asimile a nada, pero por eso mismo son tan histéricamente intrépidos como para querer cambiar el mundo. Tal vez el Peje se muestre modesto y mesurado al buscar tan sólo transformar nuestra nación, pero exhibe su obsesiva osadía cuando no tolera que nadie quede afuera de su proyecto. Él nos acoge tanto como ella nos respeta.

Ella no insiste, pero sólo admite a quienes estén dispuestos a situarse abajo y a la izquierda. Él tiene ciertamente una orientación hacia la izquierda y una inclinación hacia los de abajo, pero sabe que debe abarcar a todos o al menos a casi todos, entre ellos muchos de arriba y de la derecha, para llegar al poder y para proponer un proyecto de nación que sea verdaderamente inclusivo, auténticamente nacional.

El Peje cultiva la respetable y esperanzadora política populista y quiere triunfar por la unidad, por la universalidad, por la hegemonía, por las equivalencias entre diferentes reivindicaciones de nuestra sociedad.[12] Marichuy prefiere la otra política, la compartida por los zapatistas: no sólo mantiene un respeto irrestricto por la diferencia y por la particularidad, sino que ni siquiera se interesa en triunfar, aun cuando sabe muy bien lo que desea.[13]

Complementariedad

María de Jesús parece atraer uno por uno, caso por caso, a los diferentes, a los más conscientes de sus diferencias, mientras que Andrés Manuel es masivamente seguido por los iguales, por los más sensibles a la igualdad. Lógicamente, si los de él tienen la obsesión de la unidad política y colectiva, los de ella están empecinados en la organización micropolítica y transindividual.

Ella busca entrelazar y él necesita sumar. Él debe ser estratégico y pensar en los términos cuantitativos de la democracia representativa y de la sociedad moderna o hipermoderna, mientras que ella puede plantear la situación en los términos cualitativos de la comunidad tradicional o posmoderna y de una democracia directa como la practicada milenariamente por los pueblos indios.

Hay que decir que ella no sólo tiene afinidad con los indígenas y los campesinos, sino también con individuos solitarios de las clases medias, con pequeños grupos de soñadores, con las más diversas tribus urbanas, con equilibristas que alcanzan a vivir tanto en los márgenes de la sociedad, en las orillas del abismo circundante, como en los intersticios que se abren entre los grandes bloques sociales. En cambio, él suele atraer a estos grandes bloques, a sectores enteros de la población, a muchedumbres maltratadas e indignadas, a las masas de trabajadores que sufren todo el peso de los núcleos industriales y empresariales. Quienes optan por él se concentran por lo general en los grandes centros de producción y circulación, mientras que los de ella tienden a disiparse en la periferia de nuestro universo simbólico.

Podríamos conjeturar que las minorías excluidas y marginadas la necesitan a ella, mientras que las mayorías oprimidas y explotadas precisan de alguien como él. Es verdad en parte, pero lo cierto es que todos somos como sujetos, en uno u otro aspecto de lo que somos, tan minoritarios como mayoritarios, tan excluidos como explotados, tan marginados como oprimidos.[14]

Resolución

Al menos aquí, en el pueblo, todos tenemos buenas razones para sentirnos representados por Marichuy y por el Peje. Quizás necesitemos de los dos para no sacrificar nada en lo que somos, pues quienes los apoyamos, nos guste o no, estamos irremediablemente divididos entre lo que se nos explota y lo que se nos excluye, entre el interior y el exterior del sistema capitalista, entre nuestra universalidad como ciudadanos y nuestra particularidad como sujetos, entre lo que negocia y lo que se resiste a cualquier negociación, entre el país y la madre tierra, entre la sociedad y la comunidad, entre lo mestizo y lo indígena, entre lo que intenta regenerarse y lo que busca preservarse.[15]

Es desde siempre que nos hemos desgarrado entre las dos opciones que ahora se nos imponen tan abiertamente. Desde luego que son diferentes y hasta contradictorias. Quizás incluso resulten inconciliables, pero estamos en condiciones de respetarlas y ver cómo se anudan en el pueblo y en cada uno de nosotros, como cuando pensamos con una y sentimos con la otra, o cuando profundizamos en una tan sólo para llegar a la otra.

El Peje y Marichuy podrían ser los dos términos de la ecuación que debemos resolver para vencer al sistema capitalista que amenaza con aniquilarnos. Esto es urgente, pero difícil. ¿Cómo relacionar lógicamente dos términos que nos parecen a veces inconmensurables y otras veces mutuamente excluyentes?

¿Cómo no sentirse tentado a ceder a la facilidad al quedarnos con uno de los términos y descartar el otro? Es lo que haremos al elegir simplemente una opción, reconocernos en ella y desconocernos en la otra, defender la elegida y descalificar la rechazada. Pero entonces lucharemos contra nosotros mientras luchemos por nosotros. Es algo que hacemos a menudo en la izquierda. Nos ha costado muy caro: aún pagamos con la pesada cadena de fracasos de la que no conseguimos liberarnos.

Referencias

[1] Jacques Lacan, Les non-dupes errent (1973-1974), París, L’Association Freudienne Internationale, 2001.

[2] Maurice Halbwachs, La psychologie collective (1938), París, Flammarion, 2015.

[3] György Lukács, Historia y conciencia de clase (1923), Madrid, Sarpe, 1985.

[4] Karl, Marx, El Capital, libro I, capítulo VI inédito (1866), México, Siglo XXI, 2009.

[5] Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana (1846), Montevideo, Pueblos Unidos, 1974.

[6] Sigmund Freud, “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), en Obras completas XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

[7] Jacques Lacan, Le séminaire, livre XVII, L’envers de la psychanalyse (1969-1970), Paris, Seuil, 2006.

[8] Ibíd.

[9] Ver Jacques Rancière, Aux bords du politique (1998), París, Gallimard, 2004.

[10] Ver Michel Foucault, Le corps utopique suivi de Les hétérotopies (1966), Paris, Lignes, 2009.

[11] Leon Trotsky, El gran debate (1924-1926), La revolución permanente, Buenos Aires, Pasado y presente, 1972.

[12] Ernesto Laclau, La razón populista, Buenos Aires, FCE, 2005. Laclau y Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy (1985), Londres, Verso, 2001.

[13] David Pavón Cuéllar, Elementos políticos de marxismo lacaniano, México, Paradiso, 2014.

[14] Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966.

[15] Karl Marx, Sobre la cuestión judía (1843), en Escritos de juventud, México, FCE, 1987.

3 comentarios en “Dos caras de un mismo pueblo: notas para un acercamiento psicosocial a María de Jesús Patricio y Andrés Manuel López Obrador

  1. Todo mi respeto para la Sra. Mary Chuy, pero con el solo hecho de presentarse como candidata del EZLN pierde toda mi confianza. Ella dice que lo que quiere es empoderar a los pueblos indígenas, muy loable y necesaria su actitud, pero a estas alturas desviar el voto indígena que es de Amlo es una pésima decisión y una estratagema del Salinismo representado por el subcomediante Marcos.

    • No digas sandeces, Salvador. Hay que investigar y tener pensamiento crítico para analizar la historia y su propio devenir, y a partir de ese ejercicio tener un panorama más claro de la realidad. Esa cantaleta de «el voto indígena es de AMLO», de los progresistas neoliberales, partidistas, intitucionales y electoreros que representa Obrador, está ya muy gastada. Los pueblos originarios son sujetos políticos, y no necesitan ni mesías, ni salvadores, ni pastores, que les digan qué hacer o qué no hacer. Ese pensamiento occidental y patriarcal de superioridad epistemológica chorrea por todos lados clacismo y racismo de manera abierta.

      Van algunas pistas para dejar de escribir consignas y propaganda barata a favor del próximamente ya tres veces fetiche a la presidencia y empezar a trabajar la humildad para ser capaces de mirar y escuchar con atención al México profundo y, en una de esas (y ya sería ganancia) aprender de ellas y ellos.

      Primero: Sobre los trucos de la propaganda antizapatista.

      Se llama falacias a ciertos trucos en la argumentación que, desde el punto de vista de la lógica, son incorrectos e inválidos, pero funcionan por motivos psicológicos, emotivos, por corresponder a prejuicios o falsas creencias ampliamente aceptadas (el mal llamado “sentido común”) o impuestas por la repetición en muchos espacios cuya “autoridad” se acostumbra no cuestionar (son la Biblia) como un canal de TV o radio, el diario favorito de un sector, tal o cual firma de un reportero, columnista o escritor.

      Para destruir racionalmente un argumento de este tipo basta un poco de ejercicio de raciocinio, como encender una luz en un cuarto oscuro y mostrar los hilos del truco, pero además de una cierta apariencia lógica (en ocasiones, pues en otras el absurdo funciona emotiva y eficazmente), las falacias se basan en el uso de la imaginación para satisfacer las creencias que ya se tienen por motivos vivenciales, psicológicos, pasiones, intereses y prejuicios. Algunas se siguen creyendo porque a ellas va adosado el orgullo de pertenecer a algo: un club, partido, clase, generación, nacionalidad, etcétera.

      El más claro ejemplo es el escarnio, porque obedece a los bajos instintos de quien ríe y se hace cómplice de la burla. Además nadie quiere identificarse con quien es objeto de burlas, e identificarse con el burlador da una sensación falsa de triunfo. Pero si bien la risa es un elemento liberador de autoritarismos, también es un vehículo para falacias que no pasan por una revisión racional de los argumentos: ¿los chistes misóginos, homófobos o racistas hacen reír a multitudes, pero muestran la “verdad” del machismo, el racismo y la homofobia?

      En el caso del antizapatismo, mostraremos ciertos tipos de falacias que con diversos matices, pero complementándose entre sí, están esparciendo los interesados en promoverlo: caricaturistas, columnistas, articulistas, redactores de los diarios y medios de masas, trolls, etcétera.

      Algunos trucos son:

      La falacia por el número de creyentes: El argumento tiene un profundo grado de emotividad, porque la democracia electoral se basa en el conteo de votos y gana quien más obtenga (si no hay fraude), pero como la izquierda electoral se ha enfrentado a múltiples fraudes y a trampas en el juego electoral, tienen muy arraigada la idea de ser la mayoría y que su decisión fue burlada, por ello derivan (incorrectamente) que sus creencias son (en paquete) verdaderas, legítimas, y todo lo que las cuestione es erróneo, espurio, ilegítimo y dañino. Pero el truco es éste: si bien en la democracia se deben tomar decisiones por mayoría, porque es el método que respeta la voluntad de más ciudadanos (en teoría, porque en la realidad el sistema es tramposos de pe a pa, y los votantes de izquierda lo han padecido en carne propia), esto no significa que en todas las discusiones tenga la razón o sea verdadera la creencia de la mayoría: ningún prejuicio se podría superar si así fuera. Por mayoría (real o aparente) se podrían imponer prejuicios como el machismo o el racismo, pero en muchas ocasiones un individuo (Sócrates, Galileo, por ejemplo) puede estar en lo cierto frente a un error de muchos, o una minoría tener la razón frente a una creencia de la mayoría (las feministas, por ejemplo, frente a un gran número de mujeres y hombres que reproducen el patriarcado). Que los zapatistas sean menos personas que las que integran otro colectivo de izquierda no dice que estén equivocados, es aritmética, pero no es lógica: si tienen o no razón, eso debe revisarse con información y argumentos.

      Otro truco es el argumento “por autoridad”: Escritores, articulistas y caricaturistas que se ganaron un prestigio por apoyar al candidato favorito del público ridiculizan o demonizan a Marcos: aquí la autoridad ganada ante un cierto público les hace pretender que son capaces de juzgarlo todo y opinar de todo: por ejemplo, la periodista Sanjuana Martínez es una buena reportera sobre el mundo del crimen en México, pero un artículo suyo sobre la reaparición del zapatismo está lleno de las mentiras y los lugares comunes de la propaganda antizapatista. Las respuestas a su artículo que critican su falta de información y despiste sobre el tema no tienen la misma circulación. Su éxito se basa en una autoridad fetichizada de la reportera; es como si un teólogo famoso nos vendiera sus opiniones contra las teorías de Darwin, pero el texto de Sanjuana Martínez ya circuló y ayudó al regreso a la palestra de falsas ideas sobre el zapatismo. Ponemos el ejemplo de ella porque suponemos que escribió sus creencias y convicciones reales. Casos de periodismo o caricaturismo mercenario que operan bajo convenios económicos (publicidad de gobiernos del PRD o de otros partidos) son harina de otro costal, y son expertos en elaborar falacias, es su negocio.

      Falacia de la causa falsa: López Obrador no llegó a la presidencia en 2006 y en 2012 por las críticas de Marcos y o por el silencio de los zapatistas. Olvidan que quienes operan el fraude están en el gobierno y que las campañas contra el lópezobadorismo son parte de los mismos juegos sucios que usan todos los partidos contra sus competidores: incluso los columnistas lópezobradoristas contra sus competidores y contra el zapatismo o contra el Movimiento por la Paz: propaganda negra.

      Sin embargo, el fraude de 2006 fue operado por políticos concretos: Elba Esther y sus cómplices. ¿Se han pregunto cómo lo hizo?, ¿cuántas personas en las casillas tuvieron que corromperse para operar el fraude? Porque al menos en Veracruz, perredistas de base han denunciado intromisión en sus elecciones internas de: Elba Esther y Miguel Ángel Yunes, ya no digamos las trampas de las tribus del PRD y gobiernos perredistas y priistas. Les resultó más fácil acusar a los zapatistas que revisar quiénes los traicionaron desde dentro de su estructura electoral. Y con las mismas fallas siguen participando en las elecciones y prometiendo que “ahora sí”. (¿Sabían que Marcos denunció en un programa de radio, al aire, el fraude de 2006, aun antes de terminar los conteos, por una filtración anónima desde el IFE? La organización que lo invitó a ese programa perdió su espacio en radio por censura, ¿cuántos seguidores de AMLO lo saben?)

      Los zapatistas hacen críticas fuertes a López Obrador y a la izquierda electoral, pero quienes se enojan por ello olvidan preguntarse: ¿son ciertas? (algunos reconocían en 2006 que eran ciertas pero “no era el momento” de decirlas). Con el tiempo se ha venido comprobando que eran ciertas. Solamente algunos indicios: ¿López Obrador se salió del PRD con su capital electoral porque el PRD es un partido de izquierda con el que hay que estar unido a toda costa? ¿La participación de los gobiernos de izquierda electoral en la represión a los movimientos sociales y la contrainsurgencia en Chiapas acaso no resultó ser cierta? ¿Juan Sabines (priista llevado al poder en Chiapas por AMLO y su alianza electoral) no resultó contrainsurgente, represor y violador de derechos humanos, además de pillo y ladrón? ¿Ha seguido el lópezobadorismo reciclando a viejos representantes de la clase política priista a la que dice combatir como Manuel Bartlett (fraude de 1988 que llevó a Los Pinos a Salinas) y Arturo Núñez (salinista y luego zedillista)? ¿La represión del 1 de diciembre contra jóvenes que protestaban contra la imposición de EPN realizada por el gobierno perredista del DF, cómo la explican?

      Además, los denostadores de la Otra Campaña y el EZLN olvidan (¿o ni se enteraron?) las fuertes críticas del zapatismo al PRI: en territorio de Xi´nich, La Hormiga, dijeron que ni un voto al PRI, y lo llamaron un partido que mata indígenas; en entrevista con Loret de Mola, Marcos definió al PRI como brazo político del crimen organizado. Sus fuertes críticas al PAN: en Guanajuato, durante el recorrido de la Otra Campaña, el EZLN dijo que hay que destruir al Yunque, y llamó a un boicot contra el PAN. ¿Por qué La Jornada no destacó estas fuertes criticas del zapatismo y la Otra Campaña al PRI y el PAN, pero sí destacó las críticas a AMLO? ¿Quién es más responsable del distinto eco de esas críticas, el zapatismo que critica a todos los partidos o La Jornada que destaca unas y esconde, en notas perdidas en interiores, las demás? (¿Ya se dieron cuenta que ahora los comunicados zapatistas han estado dirigidos contra el PRI y el PAN, ninguno lo dedica entero a la izquierda electoral sino solo de paso?)

      Tengo algunas hipótesis sobre por qué hizo eso La Jornada (pensadas junto con otros compañeros de la Otra Campaña): La Jornada quería aprovechar el deslinde del EZLN respecto a AMLO para destacar a una izquierda moderada y electoralmente elegible; además estaba preparando el camino para lo que vino después: convenios de publicidad con gobiernos del PRD como el de Chiapas y hasta del PRI como los de Veracruz, y una campaña negra contra el zapatismo de buena parte de su plantilla de articulistas y de sus caricaturistas.

      Ahora La Jornada paga el precio de esas decisiones con un desprestigio que crece entre sectores mejor informados, quienes ya vienen señalando sus inconsecuencias y la corrupción que se lee desde su primera plana. Además, sus colaboradores están divididos entre quienes siguen viendo en el zapatismo una alternativa y quienes se dedican a difamar al zapatismo. Quizá esas dos corrientes terminen en desprendimientos de colaboradores, como en el caso de Marco Rascón, quien salió de ese diario denunciando censura y en desacuerdo con el linchamiento al Movimiento por la Paz, en la persona de Javier Sicilia. (Otra falacia: la foto del beso: ¿y dónde dejan el haber confrontado al tirano con la voz de las víctimas?, pero tenían una imagen, como el gobierno de USA la de las Torres Gemelas, y una cruzada contra Sicilia.)

      Hay falacias por la publicación editada de textos: columnistas como Octavio Rodríguez Araujo (maestro y amigo de AMLO) editaban cuidadosamente citas de textos del EZLN para hacerlo aparecer cercano al PAN (ORA es capaz de citar el credo católico para decir que “Poncio Pilatos padeció, fue sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos”). Julio Hernández publicaba en Astillero libelos contra los zapatistas con el pretexto de dar voz a sus lectores y citando sus correos electrónicos “sin decir él nada”, solamente esparciendo calumnias. Columnistas como Guillermo Almeyra (bajo un ropaje de academicismo que intenta disimular sus desprecio por los zapatistas) y Jaime Avilés han jugado al subterfugio de que ellos critican solo a Marcos o a los dirigentes pero apoyan a las bases: es como si yo dijera: critico a la directora de La Jornada, pero no a los pobres caricaturistas y columnistas honestos que ella mueve como títeres y los hace decir cosas que ellos no piensan. Sanjuana Martínez se ha refugiado en ese mismo pretexto (Marcos no es el EZLN), sin darse cuenta del racismo que implica: un movimiento de miles de indios buenos y tontos “manipulados” por un malvado blanco.

      Otro recurso para posicionar creencias, por irracionales que sean, es la propaganda: repite una mentira mil veces y será verdad. En twitter muchos postean sus calumnias contra los zapatistas y no ofrecen pruebas, ninguna, de sus dichos. Quienes han respondido a esas críticas han buscado pruebas: hechos, documentos, fotos, hasta alguna factura de dinero del gobierno de Chiapas a La Jornada (nada ilegal, pero dime de dónde viene tu publicidad y sabré por dónde andas). Sin embargo, los difusores de calumnias contra el EZLN cuentan con mayor difusión de sus periódicos, artículos, revistas, caricaturas, gracias, precisamente. a la publicidad de gobiernos perredistas y priistas. De nuevo un elemento de fuerza más que de razón.

      Para muchos lectores de diarios, es muy importante lo que dicen los textos breves, como los diálogos de las caricaturas, los pies de foto, los títulos y subtítulos: Muchas de las trampas se dan en ese nivel, por eso los redactores y confeccionadores de esas partes de los diarios suelen estar entre los más cooptados y corrompidos por el poder.

      La Jornada ha usado mañosamente ese poder, ya lo dijimos: Destacó la crítica a AMLO y pasó de humo las críticas al PRI, el PAN y otros actores políticos. Buen truco: no publico los comunicados de los zapatistas en el impreso, solo en internet; pero las críticas de mis colaboradores las pongo en los impresos y en internet: un lector del impreso lee solamente una de las dos partes.

      Un par de portadas de La Jornada recientes: Una foto de un zapatista encapuchado. De lejos parece una de las viejas portadas donde se destacaba la voz del EZLN (allá entre 1994 y 2001, hasta libros vendió o vende aún La Jornada con esas viejas ediciones). El titular habla de los Acuerdos de San Andrés, vaya, se ve como de izquierda. Lees el titular y es una expresión de Velasco Coello, el gobernador priista de Chiapas. Soy muy listo: quedo bien con mis lectores simpatizantes del zapatismo (si se la tragan), pero cumplo mis convenios de publicidad con el gobierno chiapaneco. De paso contribuyo a la estrategia contrainsurgente priista que hace aparecer al PRI como el nuevo defensor de los Acuerdos de San Andrés, al tiempo que trata de aplastar al zapatismo.

      Les vamos a dar un indicio de lectura sintomática: lean las portadas y contraportadas de La Jornada y verán lo raras que son para una agenda de izquierda: destacan a Obama, Slim, Peña Nieto… Y ellos acusan a los zapatistas. ¿Necesitamos talleres o escuelas populares de lectura del periódico?

      Finalmente, el absurdo: Muchas personas creen que nadie se atrevería a publicar cosas tan gordas si no tuviera pruebas o elementos para decirlo: si columnistas o caricaturistas de La Jornada ponen a Marcos al lado de Salinas o como un títere de Peña Nieto “debe ser” que ellos saben. Aunque jamás muestren una prueba públicamente discutible, falsable o verificable de sus infundios. Las supersticiones pasadas por religión se basan en mecanismos psicológicos similares: creo porque es absurdo.

      Los medios de derecha tienen por consigna hacer de todo un absurdo: payasos dando las noticias y editorializando, noticias del mundo del espectáculo y la política rebajada al mismo nivel, películas, programas y “documentales” de cosas de otros mundos, humor misógino, homófobo y sobre todo clasista: banaliza que algo queda. La izquierda comienza a usar esos métodos: el libelo, la calumnia, la campaña negra. Mejor dicho: no comienza, lo hace ya tiene rato. Lo novedoso es que hay medios (marginales, pero ahí están) que comienzan a desnudar esas trampas.

      De libelos con aún menos escrúpulos como “El blog de izquierda” ya mejor ni hablamos. Pero éstos operan sobre el terreno de la propaganda masiva de la derecha y de La Jornada.

      Una pregunta a los inconformes con esa política editorial tramposa: ¿no somos capaces de hacer un medio masivo que ofrezca un periodismo diferente? Los medios alternativos van bien y crecen sus lectores… pero el altísimo número de lecturas de un periódico no se compara con los que tienen los medios alternativos. ¿Queremos ser una elite informada o llegar al pueblo, a la banda?

      Segundo: Sobre el verdadero foco de resistencia al salinismo.

      La historia del EZLN es larga, pero podemos retomar algunos momentos importantes que ayudan a deshacer el entuerto de la propaganda negra contra los zapatistas, propalada por el voto duro de AMLO y otros malquerientes del zapatismo: la calumnia de que son marionetas manipuladas por Salinas. (Además del racismo implícito en la idea de que son meras marionetas los miles de indígenas que se han manifestado en las semanas recientes en apoyo a la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, Marichuy)

      Lo primero es el alzamiento del 1 de enero de 1994. Fue el hecho que impidió que Salinas de Gortari terminara triunfante su sexenio, con la entrada en vigor del TLCAN (NAFTA) y la propaganda que pretendía presentarlo como un Gorbachov mexicano. Con su declaración de guerra, los zapatistas derrumbaron la imagen mediática de Salinas y permitieron que recobrara el aliento el antisalinismo e incluso se recuperó la izquierda, que había iniciado enfrentando al fraude que la marginó de la presidencia en 1998, pero se había venido desinflando ante el empuje del equipo neoliberal en Los Pinos y la complicidad panista.

      Salinas de Gortari y su equipo (Colosio, asesinado por el mismo sistema, Camacho Solís, luego asesor de AMLO, Aspe Armella, alguna vez asesor de una delfín de AMLO: Marcelo Ebrard (salinista del equipo de Camacho), Ruiz Massieu, también asesinado por el mismo sistema al que sirvió), al finalizar el sexenio salinista, tenían la expectativa de gobernar por sexenios pero el alzamiento zapatista desmoronó sus esperanzas. Zedillo fue improvisado como candidato priista y se benefició del sentimiento de culpa y el miedo a la guerra que generó el asesinato de Colosio, pero no pudo mantener la hegemonía priista y ante la insistencia perredista de mantener a un candidato por siempre (Cuauhtémoc Cárdenas) los beneficiarios de la “alternancia” fueron los panistas, con Fox.

      La imagen de Fox era al inicio la de un “héroe nacional” que había logrado sacar de Los Pinos al PRI, el principio de su derrumbe fue muy pronto con la Marcha del Color de la Tierra con la que los zapatistas y el CNI exigieron que se cumplieran los Acuerdos de San Andrés. Los indígenas fueron traicionados por la alianza Cevallos (PAN)- Ortega (PRD)- Bartlett (PRI), y eso llevaría a los zapatistas a tomar la ruta de la autonomía en sus comunidades y el anticapitalismo a nivel global y nacional.

      La cesión del poder ejecutivo priista al PAN (y en la capital mexicana al PRD) fue resultado no sólo del descrédito del PRI (cuya cristalización fue en gran medida resultado del alzamiento zapatista) sino de una reforma electoral con la que el Estado mexicano incluyó a los partidos de oposición como parte de un sistema de partidos (hoy una partidocracia) emergente ante el desafío zapatista: se beneficiaron PAN y PRD, el primero con la presidencia de la república(Fox y Calderón) y el segundo con el gobierno del DF (hoy Cd Mx: Cárdenas, Robles, Obrador, Encinas, Ebrard y Mancera). Las negociaciones llevadas a cabo en la calle Barcelona , en la Ciudad de México, fueron realizadas, en el caso del PRD, primero por Porfirio Muñoz Ledo y al final por López Obrador. Los partidos recogieron el fruto de la sangre zapatista, la apertura del sistema a que ellos pudieran ganar elecciones, pero luego traicionaron al zapatismo al rechazar los Acuerdos de San Andrés, primeros acuerdos en una ruta de paz con el EZLN, y para cuya negociación incluyó éste a muchos otros indígenas de México, proceso que daría origen al actual Congreso Nacional Indígena, CNI.

      Los zapatistas rompieron desde entonces con la clase política y se dedicaron a construir la autonomía en sus territorios, comunidades y pueblos, haciendo válidos en los hechos los Acuerdos de San Andrés. Estos procesos de autonomía y autogobierno han sido impulsados por comunidades y pueblos indígenas en diversos territorios mexicanos: son formas de resistencia pero también de propuesta para un México postcapitalista. La autonomía de las comunidades zapatistas es muy diferente a las de otras comunidades indígenas, pero tienen lazos de hermandad, expresados en una lucha conjunta como CNI. Los indígenas mexicanos no proponen separarse de México, su forma de autonomía es diferente a la catalana o la mapuche (no decimos mejor ni peor: diferente). Además, han ido avanzando en una propuesta de poder popular autoorganizado desde abajo que no pretende quedarse como comunidad utópica local o regional sino que desafía al sistema capitalista y al Estado mexicano con una manera alternativa de producir su vida y su mundo. Este desafío lo ha mantenido siempre el EZLN, pero de todos los actores que se han mantenido cercanos, son los indígenas quienes mejor han avanzado en un proceso autoorganizativo de resistencia y de lucha. Por ello son el núcleo alrededor del cual se teje la propuesta de lucha actual.

      Es irónico que calumnien a los zapatistas quienes se han beneficiado de su lucha y de sus muertos; primero con un aire de refresco a una izquierda que estaba en la lona en México tras el fraude de 1988 y el derrumbe del Muro de Berlín en 1989; luego, con la reforma electoral que les abrió el paso a gobernar la Ciudad de México, en donde los gobiernos de izquierda han sido eficientes administradores del neoliberalismo, en favor de empresarios del salinismo como Carlos Slim.

      Irónico, además, que acusen de salinismo o de priismo a los zapatistas, los seguidores de AMLO, quienes han hecho sus candidatos y han llevado con su voto a una gran cantidad de priistas, muchos de ellos salinistas o zedillistas, como Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Marcelo Ebrard, Juan Sabines, Ángel Aguirre Rivero (sus manos manchadas de sangre normalista ya, cuando AMLO lo apoyó para gobernar Guerrero), Gabino Cue, Lázaro Cárdenas Batel, Narciso Agúndez y Leonel Cota Montaño, Manuel Bartlett, Dante Delgado, Ricardo Monreal. Incluso son responsables de llevar al poder a otros políticos de extracción no priista pero cuyas trayectorias han sido favorables al priismo, como Miguel Ángel Mancera y Rosario Robles.

      Los calumniadores del EZLN lo cusan de complicidad en el fraude de 2006, pero es falso. En cambio, los operadores del fraude de ese año, del equipo del Elba Esther Gordillo, fueron aliados de Morena en la más reciente elección en el Estado de México y no se descarta que lo sean en la elección presidencial de 2018, pues López Obrador ha dicho respecto de Gordillo, que “no hay que hacer leña del árbol caído”. Otros calumniadores repiten la mentira de que el EZLN llamó a no votar en 2006 y 2012, lo cual es falso, el EZLN jamás ha llamado a no votar, ha hecho fuertes críticas en 2005 y 2006 (y antes y después) al PRD y a López Obrador, críticas acerca de las cuales el tiempo les ha dado la razón a los zapatistas.

      Actualmente el Congreso Nacional Indígena (del cual el EZLN forma parte) ha constituido un Concejo Indígena de Gobierno (cuya vocera es María de Jesús Patricio Martínez) que propone dar un paso adelante en la organización y la lucha anticapitalista en México y el mundo. Comenzando por López Obrador mismo, los calumniadores han resucitado su manido argumento de que todo es para quitarles votos y algunos de los más fanatizados seguidores del eterno candidato se han sumado a una campaña racista, misógina y de desprecio clasista contra la vocera del CIG, una luchadora social de toda la vida, indígena nahua.

      Irónicamente, el verdadero heredero del liberalismo social que preconizó Salinas de Gortari es López Obrador (por algo varios connotados salinistas han sido tan cercanos al candidato de Morena), y en recientes propuestas, so pretexto de oponerse a Trump, Obrador ha reivindicado el TLCAN (NAFTA), máxima obra de Carlos Salinas de Gortari, y ha propuesto dar más entrada a las mineras canadienses, cuya política criminal destruye comunidades y territorios en diversas zonas geográficas mexicanas.

      Es claro que para cualquier persona que se informe en fuentes verídicas y juzgue de buena fe las cosas, el zapatismo y sus aliados cuentan entre los más consistentes opositores al neoliberalismo salinista y sus proyectos de devastación social y ambiental.

      En contraste, Obrador, más allá de usar la bandera nacionalista (el petróleo, por ejemplo), ha sido el impulsor de las candidaturas exitosas de muchos de los operadores de la devastación social y ambiental en México. Nada anuncia que AMLO vaya a cambiar, y sus seguidores siguen usando la calumnia de manera sistemática.

      Oponer los hechos verdaderos a esas calumnias es parte de un sano ejercicio de memoria y de capacidad crítica.

      Es, entre otras cosas, porque esa izquierda neoliberal encabezada por el PRD y ahora por Morena, no representará jamás los intereses de quienes defienden el territorio de la devastación capitalista, por lo que hay una propuesta diferente con el Concejo Indígena de Gobierno y su vocera Marichuy, impulsados por el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno.

      Toda la información resumida en este artículo puede ser investigada y verificada, si se tiene la paciencia de ir a archivos hemerográficos, algunos de antes de los archivos on line. Descubrir la verdad y no dejar que la cambien por falsedades los propagandistas es un acto necesario de conciencia.

      Tercero: ¿Quién es quién? El verdadero»huevo de la serpiete».

      De cómo un pinochetista se pasó a las filas de AMLO

      Javier Hernández Alpízar

      Dante Delgado Rannauro, ex priista salinista y luego zedillista, secretario del gobierno de Veracruz de Gutiérrez Barrios y luego gobernador interino cuando Salinas se trajo a Gutiérrez Barrios a Segob, preso en Pacho liberado por prescripción de los delitos cometidos, fundador de Convergencia por la Democracia- hoy Movimiento Ciudadano- y operador de la contrainsurgencia antizapatista, fue dos veces el candidato de AMLO a la gubernatura por Veracruz con la Coalición por el Bien de Todos – PRD- Convergencia- PT.

      Dante Delgado fue quien presentó a AMLO y Alfonso Romo, personaje de la derecha, impulso de Vicente Fox y apoyo de Pinochet en Chile, empresario cercano al Opus Dei y Legionarios de Cristo.

      Romo no quería ir, pero algo debe haber hecho Dante Delgado para convencerlo, así que fue escéptico y salió de ahí convertido en pejefan y hoy asesor de “Proyecto de Nación” d Obrador.

      No es que el ultraderechista Alfonso Romo se volviera de izquierda: es que comprendió que AMLO no es de izquierda y que así como el carisma prefabricado de Fox sirvió para impulsar el neoliberalismo, de la misma manera el carisma de Líder fetiche servirá en 2018 para impulsar el neoliberalismo con piel de “Morena”.

      Desde 2006, y también en 2012, los empresarios y políticos de derecha se han equivocado: AMLO no es su enemigo, sino un militante de la derecha hábilmente posicionado como de “centro”, ya lo comprendió Alfonso Romo; ya, Esteban Moctezuma Barragán (el de la trampa a los zapatistas de Zedillo); ya, Ricardo Salinas Pliego (Fundación Azteca y TV Azteca); ya, Aramburuzabala; ya, el yerno de Carlos Slim.

      El salinista, zedillista, obradorista y sobre todo dantista Dante Delgado lo comprendió hace mucho y por eso ya tiene partido propio y ha sido dos veces candidato al gobierno de Veracruz, de los que “perdiendo ganan”, y ha hecho muy buena chamba: cooptó al pinochetista Alfonso Romo para asesor del Proyecto de Nación de Morena…

      En entrevista con Proceso Romo narra su versión de este romance y amor a primera vista. http://www.proceso.com.mx/509849/alfonso-romo-a-proceso-combati-a-amlo-luego-lo-investigue-me-sorprendio

  2. David Pavón Cuellar, interesante artículo. Muy interesante el análisis, la verdad. Lástima que se haya pensado en su totalidad bajo la tutela «científica» de la civilización occidental. Me parece, en mi muy humilde e insignificante opinión que está totalmente eurocentrado (si es que el término existe). Hubiése sido mucho más rico, creo yo, si en las referencias aparecieran pensadores críticos que viven realidades diferentes y muy otras a las que vivieron la mayoría de los autores que citas. En una de esas quizás hasta el artículo per se encontraba la premisa fundamental de la diferencia: Lo que representa Obrador es precisamente contra lo que han luchado y seguirán luchando no sólo el EZLN, el CNI y el CIG, sino muchos otros pueblos, colectividades e individualidades en México y en otras geografías, a saber: el capitalismo extractivista en su faceta progresista y neoliberal.

    Total, que el fetiche de la ¿»izquierda?» partidista siga buscando, en su narcisismo y egolatría, la mentada presidencia de la república (como si con eso las cosas cambiaran, ¡já!); la lucha del Concejo Indígena de Gobierno no es una vulgar lucha por el poder, sino una lucha civilizatoria (lo que está en juego en esta guerra, porque no podemos entender la realidad actual sin el concepto de guerra, es la supervivencia de una civilización entera que fue capaz de parir varias culturas milenarias), es decir una lucha por la dignidad y el respeto a la vida.

    PD. Luchar por la vida y la autonomía colectiva de la misma no es ni medianamente cercano a sumar a quien sea (póngase en este espacio, por ejemplo, a Moctezuma Barragán) con tal de «ganar» la presidencia. Mmmh, no, me parece que luchar por la vida no fue, no es, ni será nunca un fracaso.

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