Infamias de Israel

David Pavón-Cuéllar

Que Israel desate su guerra contra Irán con el pretexto del programa nuclear iraní: programa que Irán estaba dispuesto a negociar y que de hecho negociaría en estos días.

Que Israel, teniendo medio centenar de bombas atómicas, ataque a Irán por querer tener algunas de tales bombas, como si únicamente Israel gozara del privilegio de tenerlas en Medio Oriente y como si el afán de Irán de tenerlas no hubiera sido ya desmentido recientemente por expertos e incluso por Tulsi Gabbard, la Directora Nacional de Inteligencia de Estados Unidos.

Que Israel presente a Irán como la gran amenaza nuclear para el mundo, cuando sabemos que Irán, a diferencia de Israel, no tiene bombas atómicas, ha firmado el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares y se ha sometido a varias inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica.

Que se culpe de la violencia en Medio Oriente a Irán, un país que jamás atacó a sus vecinos, excepto defensivamente a Irak entre 1980 y 1988, mientras que Israel atacó en el último año a Palestina, Siria, Yemén, Líbano y ahora Irán.

Que Israel mate, por cada uno de sus muertos, aproximadamente a 10 iraníes y 50 palestinos, y que sean mayoritariamente civiles, ancianos, mujeres y niños.

Que Israel esté utilizando la cortina de fuego y humo de la infame guerra contra Irán para ocultar la mayor de las infamias, la del genocidio en Gaza, donde los israelíes están hambreando a la población, han exterminado con sus bombas al menos a 50 mil inocentes y ahora se dedican a masacrar diariamente a decenas de civiles que hacen filas por alimentos.

Que las infames acciones militares israelíes estén destruyendo, contaminando y calentando el planeta más que las existencias de los centenares de millones de habitantes más pobres de África, Asia y América Latina, que son quienes más habrán de sufrir las consecuencias de la devastación planetaria.

Que tantos gobiernos del mundo, entre ellos los más aficionados a dar lecciones morales, apoyen a Israel o permanezcan mudos e indiferentes ante sus infamias, aun cuando las conocen perfectamente.